miércoles, 11 de mayo de 2011

La caja de cerillas

De todos los sitios que pude elegir para vivir, escogí una caja de cerillas. Tenía muchas cajas a mi disposición, algunas más grandes que otras, algunas más nuevas que otras, incluso sin estar usadas.  De éstas, me desanimó el tener que tirar todo lo que había dentro, una mudanza a la inversa. No necesito nada más que cuatro paredes. Pensé que sería mejor empezar con un piso de soltero, quizá cuando tenga mujer e hijos nos trasladaremos a esa caja de microondas tan grande y bonita, con tantas posibilidades. Podremos distribuir las estancias en varios espacios, la habitación de los niños, una biblioteca quizás, si nos animamos tal vez un gimnasio, “mens sana in corpore sano”. La podemos poner en el jardín, para que los críos estén en contacto con la naturaleza. Pero de momento esta es suficiente para mí. No me caben muchas cosas pero me irá bien para comenzar a ahorrar. Una hipoteca es un compromiso demasiado grande. Si, es mejor una casita pequeña para mí. Lo malo es que no puedo poner una cama de matrimonio y tampoco encuentro un espacio para instalar el sofá. ¿Cómo voy a tener visitas? Si he de ser sincero, tampoco las espero. No es fácil tener amistades hoy en día. Todo el mundo está tan sumergido en sus propias vidas que es realmente complicado crear un vínculo con alguien. Cualquiera, el que sea. Quizás nunca encuentre a mi media naranja, quizás no consiga tener hijos… Si, esto me reafirma en que ésta ha sido la mejor elección. Siempre he sido un tío reflexivo. Quizás demasiado. De todas maneras no tiene importancia, no es una decisión que no tenga marcha atrás. Cualquier día de estos, cuando Daniel venga a darme la comida, me escaparé y buscaré otra caja que me asegure un poco más de futuro. Al fin y al cabo los grillos tenemos esa suerte. 


Noelia Q

No hay comentarios:

Publicar un comentario